Consciente del reflejo en las pupilas que avienta la vida y sacude con estruendo sigiloso la desgana adormecida. Me recreo en la mirada esquiva, en la mano que saluda, en el vientre de una niña que apunta hacia el infinito semillero de otra vida. En el dulce acontecer y en la sacudida que altera poniendo en alerta la fuerza que proviene de la fuente, pura energía, que abastece sin recato en fluida conducción y destierra la desidia. Trenza la solidaridad su danza y explota con horrísono estruendo la maldad desguarnecida.
En este tremolar constante que sacude el infinito, que se estira y que se encoge haciéndose a mi medida, paladeo cada momento. Degusto mil sabores, consciente de la infinitud del segundo compartido. Abarco con la mirada y me empapo permeable de la lluvia errante. Me sumerjo lúcida en la existencia, valedora de caricias, amante de la verdad, paladín de la justicia, anacoreta del alma, apasionada del mar, de la muerte y de la vida.
Emotiva y poética reflexión sobre la consciencia.
ResponderEliminarTe felicito y admiro.