domingo, 19 de enero de 2014

Si supieras...



Si supieras que cada mañana planea tu sombra quebradiza sobre el alfeizar de mi ventana hecha viento. El humo de tu sonrisa escala las paredes del sentimiento y me abro a ti como una flor cuajada de rocío en el otoño vencido. Hueles a tierra y mar embravecido.

Llegas desde el abismo del tiempo que abjuró de sus miserias para hacerte luz y cadencia. Me envuelves en vida hecho abrazo y tiempo detenido en la deshora de los sueños. Sólo tú ahuyentas el silencio que amenaza a veces con esconderse entre las paredes y jugar al escondite del olvido. Añoro verter mi voz en tu sonrisa y volar por las nubes, desprendidas las manos de oquedades, arrastrada hasta el delirio.

Si supieras que las noches enlazan con el día en un alarde de luz y esperanza, que pájaros al vuelo rompen las claridades del alba y se fraguan dichas, caracolas de leche y miel. 

Si supieras cómo me gustas cuando tu boca se enreda en mi pelo y avientas con tu voz intrépidas mariposas de sombra enredadas en los surcos de mi frente. 

Que me siento entera escondida entre tus brazos de flor y canela. Que rindo silente tributo al horizonte, planeta brumoso que olvida el mañana. Que pierdo y gano en el embate de tu cuerpo, brioso corcel que cabalga mis llanuras.

Que tu arrojo revuelve mi sangre cuando despliegas las velas. Cuando invades la cresta de la ola alborotando con tu grito desgarrado la quietud del silencio y te derramas en vértigo contagioso mitad risa, mitad llanto.

Si supieras que cada mañana se descorren las cortinas del cielo y mi paso se hace seguro sobre la tierra grávida que amortigua tu huella, voluta frágil a merced del tiempo.

 

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