domingo, 2 de noviembre de 2014

Diseccionando sentimientos




Presencio una conferencia en la cual se pretende pasar el arte por el ojo de la aguja de la ciencia. Poetas, músicos, escultores, pintores, escritores, ven sometidas sus obras a un despiece parecido al que sufren los corderos que cuelgan del puesto del mercado.

Es curioso observar cómo alguien incapaz de crear diserta durante horas destruyendo cualquier proceso visceral, emotivo, cardíaco. A base de mediciones, semántica, engreimiento y displicencia convierte la obra viva, palpitante, genuina fresca y espontánea en un sin fin de recovecos tortuosos explicando lo inexplicable. Alimenta su ego utilizando el talento ajeno y de él se nutre, parásito del genio.

Con la mirada fija en el ponente, me pongo en pie y salgo. Siento sus ojos clavados en la espalda.

Tampoco me quedaría para ver cómo sacrifican al cordero.

Ostensiblemente, cierro la puerta.

 


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