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martes, 31 de diciembre de 2013

La ilusión está por encima de las estrellas



El sol y el agua jugaban en tu piel, el silencio se ocultó en tu pelo y el agua apenas sin rozar tu vestido se quebraba a tus pies en mil figuras, una cascada rosa y gris bajaba desde el cielo a tus ojos hechos de recuerdos y esperanzas. Una lluvia sin agua murmuraba tu nombre entre risas lejanas. Apenas rozabas la tierra parda.

La cruz negra de un barco se recortó en el horizonte por un momento. Tus pensamientos se marcharon al galope persiguiendo el silencio que huía de tu frente. Tus ojos no miraban sino lentas figuras cubiertas de algas. La risa se escapó de tu garganta como de una cárcel y libre por fin giraba loca, dulce, hiriente a veces, desaparecía a retazos para volver a surgir en tus propios oídos con más fuerza. Apenas rozabas la tierra parda. 

Y tus ojos se empañaron de un vaho dulce, y tu frente se alzó limpia hacia tu casa, tus manos nerviosas acariciaron el sol, y apenas, sí, apenas rozabas la tierra parda.

 

miércoles, 18 de diciembre de 2013

domingo, 6 de octubre de 2013

Desafío




Ante la adversidad me crezco. Los retos me apasionan. Aguanto los embates como una roca. Dúctil, permeable, traslúcida, enamorada…



sábado, 28 de septiembre de 2013

El corazón de la casa


Los relojes nunca baten al unísono, aunque marquen el mismo tiempo cronológico su tic tac alborota en síncopas alternas con cadencias monocordes la quietud de la estancia.

El espíritu del hogar recuerda con su perenne balanceo que el tiempo bulle vibra.... pasa. Indiferente a lo que acontece a su alrededor continúa su infatigable camino, tic tac, tic, tac. Ajeno, calmo, constante....

En un canto a la infinitud desliza su acompasado palpitar sincronizándolo, a veces, con el pulso del propio corazón, que, atento, enraíza su latido, al vibrar, casi materno, del alma de la casa.



miércoles, 20 de marzo de 2013

La invasión







Una invasión soterrada, latente, avanza imparable. Atropellando barreras, espacios y tiempos.

Inunda los sentidos. Alborota los pulsos. Rellena espacios desocupados desde el último invierno… en espera del milagro.