viernes, 19 de febrero de 2016

Desconocimiento



Cada vez entiendo menos lo que ocurre. No entiendo nada de nada. ¡Cuánta inconsciencia! Las energías fluctúan y se mueven libres, incontroladas, imanes potentes provocan acontecimientos en cadena que estallan como planetas extintos a mí alrededor.

El pensamiento profundo, lejos de mi alcance, transmite y altera la realidad. Algo muy ajeno lo mueve, sin conciencia ni sentimientos. Actúa siguiendo leyes físicas extrañas.

Todo es irreal, pasajero, confuso.

Lo único cierto es que soy puro desconocimiento.

Nada es verdadero, tan solo es una proyección en la pantalla multicolor de la existencia que envuelve nuestros sentidos.

Somos lo que no sabemos y cuanto más ahondo en lo insondable del pensamiento, más consciente soy de mi ignorancia.

La vida, la muerte, la existencia, la disgregación, el éter, la energía, la transformación, el universo, el planeta, conceptos que hemos acuñado en nombre de no sé qué sapiencia, Eruditos de todos los tiempos crean reglas, teoremas, filosofías, anatemas, religiones, certezas que basan en experiencias experimentadas en el estudio, la ciencia…

Más tarde las cambian a su conveniencia. “Ahora sí, ésta es la buena” -se dicen convencidos de convencer a cualquiera. Se felicitan, entregan premios, conceden grandes honores en todos los campos donde el hombre se adentra, permanente descubridor de novedosas buenas nuevas.

Espejismos. Nebulosas. Proyecciones: Cero.

En realidad, no saben nada. Ninguno sabemos nada más allá de la torpe labor de supervivencia que ejecutamos cada día envueltos en la ignorancia más absoluta.

Se derrumba a nuestro alrededor la vida, el efecto mariposa transmuta el mundo, o eso pensamos.

¿Es todo, la alucinación de un cerebro enfermo? ¿Formamos parte del capricho irracional de lo que denominamos naturaleza? Natural es morir, vivir, enfermar, ser y no ser, existir y desaparecer, las catástrofes cíclicas.

Las plagas, la aflicción y las hambrunas también forman parte de la naturaleza.

Cada vez entiendo menos esta torpe aventura que desarrolla el ser humano, más indefenso si cabe que el resto de los animales. Ellos no piensan.

Nosotros, para horror nuestro, somos conscientes de la finitud, del dolor, de la enfermedad, del hambre, de la tristeza que empaña el horizonte de las vidas, que a veces y a traición, son golpeadas con singular dureza.



viernes, 25 de diciembre de 2015

El vértigo de los años






Si proyectarse en la propia vida da vértigo al mirar en la distancia de los años los posibles aconteceres, cuánto más, si miramos en las vidas nacientes. Ramas del árbol. Gajos tempranos que apuntan hacia el horizonte estrenando soles y atardeceres. Lunas brillantes en plenitud. Nubes teñidas de rojo en lo postrero de la tarde. Alma y corazón abiertos en ojos de esperanza.

Vértigo no es la palabra. La palabra es… miedo. La palabra es… confianza. Cóctel de sentimientos que se amalgama en la mente, constructora de realidades y proyectos.

Es cierto. A veces me dan vértigo los años por vivir, siempre me han parecido demasiados. Una tremenda pereza me posee cuando miro hacia el futuro. En otras ocasiones despierta mi curiosidad. Qué será capaz de hacer el hombre en los años venideros.

A principios del siglo XX poseer una radio de galena era un milagro. El salto que se ha producido en cien años ha sido trepidante. La espiral de conocimientos y nuevas técnicas que se ensancha y abarca todos los campos de la ciencia, no cesa. Quizás es por lo único que me apetecería estar un ratito más transitando los caminos de la vida. Me gustaría conocer de primera mano un tele transportador, más de espacio que de tiempo. Viajar en el tiempo es atrayente, no cabe duda, viajar en el espacio es prácticamente imprescindible. Alguien tiene que inventar el aparato que nos permita acceder en breves instantes al lugar y con las personas que queremos estar.

¿Os imagináis? Tener la opción de entrar en una cabina semejante a la de un ascensor y pulsar destino. Ir a desayunar con un amigo a seis mil kilómetros y volver a comer a casa. Pasear las calles de Nueva York en la mañana, cuando la ciudad apenas despierta. Internarse en la selva durante un día de aguacero, los sentidos alertas, auscultando el latido de los seres que la habitan. Percibir el olor salitre del lodo y las hojas. Contemplar las cataratas Victoria. Adentrarse en el desierto. Acudir al cumpleaños de un ser querido. Quedar para tomar una copa en la otra punta del mundo o en un pueblito más o menos cercano, tan lejos en distancia de horas el primero como el segundo. Incluso desplazarse en la propia ciudad, de barrio a barrio en menos que canta un gallo.

Viajar sin necesidad de aviones, trenes, autobuses, metros, coches. Sin tiempos de espera ni equipaje. Presentarnos por sorpresa en la cena de un amigo, en la presentación de un libro. Acudir a una fiesta en cualquier ciudad distante de la nuestra. Auxiliar a quien lo necesita en los malos momentos y disfrutar de los buenos. Estrechar una mano, dar un abrazo, brindar, acunar, vibrar…

Podríamos hacer algo tan sencillo como, por ejemplo, después de cocinar un plato rico, bien hecho, compartirlo a través de un ¿electrodoméstico? más de nuestra casa. Podría parecerse a un microondas o a un montaplatos. Dar el código y mandarlo a cualquier destino.

Acompañar a un enfermo en sus tardes solitarias. Echarse una partida de mus con algún viejo colega. Participar en la brevedad del instante. Saborear la dulce compañía que alborota los pulsos trepidando en las venas.

¡Qué satisfacción! Mandar un libro, un ramo de flores, o la bufanda que se quedó olvidada en el sofá. Algo tan sencillo como estirar la mano y acceder a los seres queridos que nos den entrada en su casa, que se citen con nosotros, coleguitas en la aventura de vivir. Qué bueno sería…

Todo tiene su contra. Está el peligro de que lo utilicen “las fuerzas del mal” para sus negros fines. Los mayores avances se han hecho en tiempos de guerra, fría o caliente, para espiar, dominar, aplastar y derrotar al enemigo. ¿Tendría este invento un origen o uso funesto para la estabilidad del planeta? Es un riesgo que hay que asumir…

Compartir, una de las mejores cosas de la vida. Podemos tener lo más deseado a nuestro alcance. Si se tiene en soledad, pierde todo su valor. Compartir una buena peli, un sueño, un proyecto, una esperanza, la dura realidad, el día a día, la quietud, el silencio.

A veces me dan vértigo los años por vivir… En consecuencia, pienso en los que están en el comienzo. Para ellos imploro un tiempo sereno, ni mejor ni peor que el nuestro. Un tiempo donde puedan desarrollar iniciativas, talentos. Un tiempo donde puedan vivir lo bueno y lo malo, lo finito, la dulce cotidianidad, la exaltación del deseo satisfecho, la borrachera de los sentidos, la quietud, el éxtasis, el esfuerzo recompensado. Donde puedan disfrutar de cada etapa. De lo bueno, lo mediano, lo imperfecto. Que este irregular camino de la vida les lleve al buen puerto de escribir, o pensar, de aquí a unos años, lo que yo escribo en estos momentos.

Será señal de que el viento llevó su nave por buenos derroteros, que sobrevivieron a las tempestades y escaparon del naufragio capitanes de sus sueños.

Tiernas ramas que os mecéis en el árbol, descubrís estrellas, aventáis sonrisas y estrenáis luceros, que soñáis mañanas y rompéis silencios con voz de nácar. El futuro, es vuestro.



martes, 1 de diciembre de 2015

Elevación nº 11



Puedes ser lo que quieras ser. Tus alas pueden batir tan alto, como, y hacia donde tu impulso te lleve. Nada importa lo que otros digan ni lo que alimente tu febril delirio de muchacho inocente, débil, esclavo del tiempo y las circunstancias.

Excusas torpes para no alcanzar tu meta. Ejemplos a millares llenan las vidrieras de tus ojos. Míralos,  hacen lo que un día soñaron.

¿El camino? La voluntad, el trabajo, la entrega, el entusiasmo, la pasión. Son las herramientas, los aliados, los peldaños de la escalera que te conducen a ser tú mismo. Fiel a tu esencia. Sin menoscabo ni engaño. Sin subterfugios ni trampas que cercenen tu cabeza, las ganas de soñar y hacer realidad la certeza forjada en las entrañas como una explosión radiante de ondas superpuestas.  El poder lo detenta tu alma inquieta.

Conozco a tantos que lo lograron…y a otros tantos más, que esconden la testa enturbiados por la certeza de masacrar sueños. Indolentes. Perdidos en la pelea que disputaron contra sus propias ideas. Enemigos de ellos mismos. Deslizándose por la pendiente inconclusa. Labores deshechas en torpes designios de olvido. Látigos que fustigan con carencias por no haber sido capaces de desarrollar sus quimeras.

Quién o qué designio condena a trepar hasta la cúspide o desfallecer en la senda. Ni culpables ni rendidos. Cada cual haga lo que mejor entienda. Dueños de sus vidas y sus haciendas, desplegados en arboladura al impulso de sus velas.

Ni vencedores ni vencidos, solamente, supervivientes en la contienda.

 

 

sábado, 31 de octubre de 2015

Mundo desquiciado



Esta sociedad aberrante donde se mantiene a los viejos esclavizados a sillas de años sin vida, alimentados por embudos de desesperación, embutidos por miles de pastillas.

Fármacos que las empresas se encargan de promocionar para que sus mejores clientes sigan aportando ganancias multimillonarias.

Es un mundo alienado éste, donde los animales viven mejor que las personas y mueren mejor que las personas.

Mundo desquiciado y mezquino, insolidario y brutal, donde los políticos TODOS, engarzan utopías en palabras engañosas y brillantes, lejos de la realidad que machaca, divide y extermina, a diario, tantas vidas.

Mundo trastornado que olvida el hambre y se inventa batallas sin fronteras.





jueves, 24 de septiembre de 2015

Resonancia



Hay seres humanos que reconocemos entre la multitud como propios. Forman parte de nosotros. Sin apenas intercambiar palabra nos vemos reflejados en ellos. Empatía dicen que se llama. Resonancia dicen otros. Una ley física aplicable a cuerpos en sintonía.

Son estos encuentros los que me despiertan del letargo aturdido que me mueve entre la corriente que puebla el mundo.

Cualquiera podría ser uno de ellos, si forzamos una conversación, si la casualidad hace que nos encontremos en alguna situación peculiar que nos lleve a intercambiar tiempo y esfuerzo en un proyecto común. Puede suceder.

En la realidad no ocurre así; como seres sociales que somos, podemos interactuar prácticamente con todos los humanos del planeta. Si desarrollamos las dotes diplomáticas que poseemos, si forzamos la voluntad y esbozamos una sonrisa, si escuchamos atentos, todos y cada uno de los seres que habitan este mundo tienen mucho que aportar. Algo que enseñar y algo que aprender.

Esto dista mucho del sentimiento que nace sincrónico entre dos seres, que al margen de los años, la edad, el sexo, el estatus social o las circunstancias, reflejan nuestros ojos en su espejo, conecta la piel, y el cerebro abraza la esencia.

Es un canto a la vida lo que surge de la comunión de las almas. Sincronizadas en el mismo ritmo lenguaje y percepción, brindan en la copa del tiempo la dicha de encontrarse.

Atraídos sin saber por qué, nos identificamos, seres del mismo universo, estrellas procedentes de la misma galaxia, inteligencias al desnudo que inundan la corteza neuronal del otro haciéndose cómplices en lo eterno.

 

 

lunes, 31 de agosto de 2015

Bar de carretera



Heroínas de la vida, deshacen con su esfuerzo, pagado por horas, los posibles entuertos que sucederían en su entorno de no existir su entrega asalariada.

Cuanta aberración solapada se esconde entre las sábanas turbias. Cuántas soledades espantan en las barras del club entre copa y copa de agua camuflada de ron.

Liberan lascivos deseos en ondas marinas de esperma. Estrellas fugaces de una noche. Sórdidas protagonistas que arrancan de la piel de la tierra miserias y soledades.

Entono un canto de alabanza a las prostitutas de alma blanca que venden su cuerpo cumpliendo el extraño ritual que ayuda a la buena sociedad a mantener sus privilegios, a dormir tranquilos.

Defiendo su decisión cuando es libre, su osadía para enfrentarse al oficio que dicen es el más antiguo del mundo, y que permite que las mujeres “decentes” puedan santificar los días de fiesta con la cruz en el pecho.

Exhorto a que se legalice su profesión para que tengan derechos y obligaciones, para que las mafias no destrocen vidas y se enriquezcan a costa del sufrimiento ajeno.

Legalizar es la manera, como en tantos otros temas, de cortar las garras a la fiera que dormita en su cueva dorada cubierta de riquezas. Sacar del oscurantismo vidas y haciendas y permitir que cada uno en libertad desenrolle el hilo de su existencia.

Damas del día o de la noche, protegen, con su despreciado trabajo, el sueño de los inocentes.

 

miércoles, 8 de julio de 2015

Mi Habana



                                                                   

La Habana desdibuja su trazo en el lienzo del tiempo, caracolean espirales de luz derramadas sobre poniente abrazando la tarde. Las escasas luces alumbran tibias aceras de raíz y escombro. En los solares el murmullo de voces arracimadas comentan el juego de pelota, el serial de la tarde, la escasez de la bodega, el cambio del peso.

Los niños sueñan paraísos que no existen y al volver de la escuela remedan jugadas con pelotas pinchadas, bates de palo y guantes demasiado grandes para sus manos pequeñas.

Las fichas de dominó estallan sobre las mesas. -¡Cooñó! ¡Me la gané! - Trago largo de ron. Las hembras escancian olores cimbreando las caderas.  -¡Ay papi deja eso! vámonos pa guaracharrr! -Ronroneos desgranados en la oreja.

Y así da comienzo el baile. El ritmo de los tambores imanta a cuantos llegan, las vecinitas más bellas, uñas de esmaltes dorados, chancletean con cadencia, piernas y brazos al aire brillantes por el sudor. Las sonrisas de los machos, ajustando movimientos, acuden a la contienda.

La noche, hecha son, rumbea danzas caribeñas, los ojos se buscan, las intenciones se encuentran y enlazados, en pareja, se arrastran a la pasión que los ritmos aceleran.

Amanecer de sol blanco escurriendo en los tejados, sabor a melaza y ron. Los flamboyanes, brochazos anaranjados, pintan el azul del cielo. El aroma del café que burbujea en la lumbre invade los sentidos. 

Desparramada en latidos la ciudad emerge tras la noche negra. Las olas baten el malecón. Un par de amantes se alejan con desgana. A lo lejos una voz  Maní… maní recién tostao… Llévese un cucurucho de maní...- Pasa la vieja de brazos secos arrastrando una cesta, cuando llega al lugar de costumbre se sienta y vocea su mercancía. –Maní….maní recién tostao...

Frente al agro, en un tenderete improvisado, una muchacha ofrece bocadillos de puerco recién asado, más allá venden jugo de naranja, un peso el vaso, reza el cartel. En los puestos multicolores, ají, fruta bomba, boniato, yuca, quimbobó…   ¡Jabitas! ¿Quién quiere una jabita? 

Bulle la vida despertando a la mañana y un nuevo día comienza su andadura en mi Ciudad de La Habana.

 

martes, 16 de junio de 2015

Carta a una desconocida



Te lo habría dicho de haber tenido la oportunidad. Tú no me habrías creído en tu estado perfecto de mujer enamorada. Si hubiera existido la posibilidad habría hablado contigo para advertirte del futuro que te esperaba. Tan cierto como el sol que sale cada día. Te habría dicho, él te va a abandonar. Partirá sin girar la cabeza cuando la llamada de la sangre entone su canción. Vuestro futuro está sentenciado. Tiene fecha de cierre.

Me habrías mirado con gesto displicente desde tus veinte años menos. Segura desde tu atalaya de hembra vistosa.

- ¿Qué sabrás tú? Él me ama. -Y te habrías alejado taconeando tu desprecio a la torpe mujer que no supo retenerle.

Habría tratado de contarte, por solidaridad, que la historia se repite. Ponerte en antecedentes. Decirte que sólo eras el medio para conseguir un fin concreto y elaborado. Tatuado en el mapa de su piel.

Él nunca ha perdido de vista la meta. Obcecado y constante ha escarbado el túnel que le lleva al otro lado. En su camino ha utilizado todas las armas. Permitidas o no. Con engaños y subterfugios más o menos brillantes. Efectivo y letal. Comediante embaucador. Terco. Tenaz. Que tú eres otro escalón, una playa más donde fondear su barco a refugio de tormentas. Una escala para coger fuerzas, avituallamiento y solaz en espera de la tierra prometida. Aquella en la que le aguardan los que él realmente quiere. Tú no eres nadie.

No habrías sabido entender el mensaje. La complicidad entre iguales. El intento de alertarte, para que jugaras el juego conociendo las reglas. Sin implicar emociones. Que estuvieras preparada para el punto final escrito en el horizonte.

Lo habría hecho de corazón, como una hermana que avisa a su hermana. Para ahorrarte sufrimiento.

No pudo ser. La vida cerró el círculo del engaño. Enredada en su cuello le viste partir. Fiel a sí mismo. Sin contar los desvelos que deja a sus espaldas, ni los sueños rotos, ni el desconsuelo que abre sus compuertas de llanto y soledad.

Todo ha sucedido como el oráculo predijo, certero, concluyente. No te lo pude decir. No te conocía. Quizás alguien me dijo tu nombre, tu edad, algún rasgo de tu cuerpo, de tu pelo... Tampoco me habrías creído.

Ya no importa, formamos parte del mismo cortejo y pienso en ti, en esta noche sin sueño, en la que tu rabia se une al dolor de no tenerlo.

Descansa, el dolor y la rabia pasan, la vida prosigue inmutable su camino, huyen las sombras, y mañana, de nuevo, el sol, en parábola de luz, andará por el cielo.



 

martes, 26 de mayo de 2015

Incomunicación






Monólogos aislados. Oídos presos del propio yo que extraña el lenguaje ajeno. Cada cual, a su rollo, en su centrífuga de vida y muerte, de sopor y desvelo.

Hablamos, en realidad, con nosotros mismos. Esperamos una respuesta, un eco, que, repitiendo las palabras multiplicadas en el vacío, nos transmita la aquiescencia del otro. Vértice sonoro abierto a nuestro mensaje.

Cada uno en su planeta. La sorpresa se manifiesta cuando escuchamos un alma común que oye y entiende, que aporta y siembra,

Todo lo demás son apoyos suaves que acogen nuestra cabeza, en espera, del terremoto lumínico que borre nuestras ausencias.


 

domingo, 18 de enero de 2015

Compromiso personal - Una decisión acertada


Surgió de la nada el compromiso con nadie. Fue una decisión inaplazable.

Tomó con determinación la cajetilla, rubio americano, y trenzó un lazo con las dos gomas verdes envolviendo en su abrazo pétreo la tentación. Qué le movía a hacer aquello, reflexionó por unos instantes. Indiscutible, el ansia de libertad. Rebelde por naturaleza. Indisciplinado. Voraz.

Mandatario de sus designios urdió la trama. Nadie iba a coartar su libre albedrío conquistado a pulso, a golpes de coraje. No estaba dispuesto a delegar en manos extrañas su independencia -Ya no más- manifestó al extraño envoltorio. -Quedas confinado in eternum ¡Basta!

Dictador en horas nocturnas de sus acciones cuando necesariamente tenía que saltar de la cama, echarse la gabardina sobre los hombros y buscar por las calles, en la madrugada, el establecimiento abierto a pesar de lo intempestivo de la hora que le proporcionara la sustancia que calmaba  sus ansias, para una vez encontrado, desvirgar con manos temblorosas la envoltura transparente, extraer y consumir el nuevo pitillo expulsando con placer el humo,  en el cual disolvía zambullido en sus pensamientos, la crispación emergente.

Conocía bien las servidumbres, el intenso desconsuelo, las tretas argumentadas con malicia, la manipulación, el engaño. Nada podría a partir de su despertar hacerle coger el camino equivocado, el errático, el inducido por campañas estentóreas de publicidad encubierta, subliminal, descarada. Imágenes alternas en sincronía con la bon vivant, el estatus social, la modernidad, lo subterráneo, la hombría, el sexo.

Nadie iba a manipular sus impulsos. Tampoco iba a permitir órdenes ajenas a sus deseos. No iba a consentir nunca más la esclavitud a la cual le arrastraba el torbellino azulado que exhalaba su boca, la sensación de poder entrelazada entre sus dedos, el gusto por puro placer reteniendo el humo en sus pulmones y la exhalación posterior, enredados los ojos en las volutas grises. ¡No! Estaba decidido. Devolvería el genio a la lámpara.

Lo haría con alguna triquiñuela veraz, con algún truco displicente semejante a los que utilizaban "ellos": Intercalar sustancias adictivas a la picadura de la hoja. Para todos los gustos y todas las edades, unido al alquitrán que destila negrura. Impregnando bronquios, garganta, boca, pulmones. Con la misma fuerza con que la pez se fusiona a la madera, indestructible durante años. Parásito letal instalado en el cuerpo y el cerebro.

La imagen de la grapadora de acero que servía de apoyo al pitillo, cenicero provisional en su mesa de trabajo, con la indestructible mancha marrón que alteraba su esencia marcando el lugar de apoyo, se unía en su memoria a la que quedó imborrable tras años de lluvias sol y viento en el ladrillo del rincón desde dónde vigilaba la marcha de las obras. Muchas veces al día aplastaba la colilla restregándola hasta asegurarse de que estaba definitivamente apagada.

La conclusión era clara, si se agarraba de tal manera al metal y aguantaba meses a la intemperie, qué no haría con su organismo…

Nunca fue profeta de nada ni nadie. Pasaba de dar lecciones o sembrar ejemplo. Cada cual determina cuándo, cómo y de qué manera administrar su vida. Él decidió un venturoso día de Marzo recluir aquel maldito paquete de tabaco.

-Has tiranizado mis noches y mis días demasiado tiempo -dijo mirando directamente sus ojos de bruma y silencio. -Ahora soy yo el que te somete.

-Te condeno el destierro. Te destierro del salón de mi casa, de todas y cada una de las estancias, de los caminos de mi cuerpo, de mis venas, de mi piel, de mi saliva, de mi olfato. Decido recuperar el gusto de los alimentos, recuperar el sabor de los besos, el olor a canela de su vientre, la suave fragancia de su pelo, la salinidad turbia del sudor en la contienda. Escojo, en plenitud de mis facultades, reducirte al presidio.

Puso otras dos gruesas gomas en sentido transversal, lanzó la cajetilla al aire reteniéndola en su caída, abrió el cajón de su escritorio y la dejó suavemente.

-Escojo ser libre.

Han pasado muchos años. Alguna que otra vez al abrir el cajón descubre el envoltorio que depositó en un arrebato de rebeldía. Allí está. Intacto. Permanece tal y como lo dejó. Sepulcro de los cigarrillos encerrados en su interior.

Cada vez que lo mira, no puede evitar sonreír con aire retador y murmurar con voz triunfante.

 –¿Quién es ahora el esclavo?


 

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Alternancia


El relevo, natural, se produce con calma, sin angustia, sin miedo. Sólo es dejar paso a los otros tras el tiempo disfrutado.

Hemos cubierto la etapa. El plazo ha finalizado. Desde la perspectiva de lo vivido observo con ternura la inocencia, el desconocimiento, el aprendizaje, los caminos por descubrir.

Miro con cariñosa alegría cómo exploran alborozados estrenando nuevas sensaciones.

Delego en ellos la ilusión, las ganas, el entusiasmo. Mis ojos escrutan caminos inéditos. En el entretanto, el alma descansa plácida en espera del nuevo destino, de la oportunidad que nace con el cambio para abrirse a nuevos designios.

Todo es un llegar y un partir sin renuncias ni anclajes. Estamos y seguimos estando en los diferentes planos superpuestos, espíritu creador abarcador de espacios.

Vidas paralelas intercaladas. Vías de tránsito simultáneas por las cuales viajamos en el espacio elástico del tiempo inexistente.


 

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Loa a las cocineras



Por una vez al año se orquestan ejércitos de manos laboriosas. En los cuatro puntos cardinales del Planeta preparan con amor ricas viandas, hay derroche de esfuerzo en pro de la armonía en torno a la mesa.

Miles, millones de madres, perfectas nutridoras venidas desde el comienzo de los siglos, aromatizan, especian, escancian sus aromas singulares por doquier, vibran al son de sus propias decisiones, sin director ni partitura, contagiadas por la gran aventura, alimentan, envolviendo en amor los platos escogidos con esmero.

Sin que importe el origen, los medios, el país o las posibilidades, multiplican el pan y los peces de su cesto. Hacedoras del milagro, convierten humildes bocados en delicias compartidas en la Noche mágica.

Todas a una, dando lo mejor de sí mismas, hermanadas en la distancia, crean a través de sus platos un hogar en cada casa, que, envuelta en el perfume del asado, trepida en el burbujeo de las ollas al ritmo sonoro de perolas y sartenes. Baten, muelen, machacan, amasan y esparcen fragancias de paz por todos los rincones de la Tierra,

Loa a todas las cocineras en Navidad

Loor a Ellas


 

sábado, 6 de diciembre de 2014

Boceto



Nueva York se despierta alargando la noche. Despereza su lomo de gato caliente entre brumas y sueños. La luz dorada del amanecer deja brillos sonámbulos enredados en las copas de los árboles de Central Park. Los anuncios luminosos, antaño de neón, aquietan el brillo noctámbulo relejado en millones de leds que adormecen sus colores con la llegada del alba.  

Miles de huellas imprimen su paso, tránsfugas de la noche, reconvertidos en incontenible río que inunda las aceras, ficción y realidad alternando con pasos de swing.


domingo, 2 de noviembre de 2014

Diseccionando sentimientos




Presencio una conferencia en la cual se pretende pasar el arte por el ojo de la aguja de la ciencia. Poetas, músicos, escultores, pintores, escritores, ven sometidas sus obras a un despiece parecido al que sufren los corderos que cuelgan del puesto del mercado.

Es curioso observar cómo alguien incapaz de crear diserta durante horas destruyendo cualquier proceso visceral, emotivo, cardíaco. A base de mediciones, semántica, engreimiento y displicencia convierte la obra viva, palpitante, genuina fresca y espontánea en un sin fin de recovecos tortuosos explicando lo inexplicable. Alimenta su ego utilizando el talento ajeno y de él se nutre, parásito del genio.

Con la mirada fija en el ponente, me pongo en pie y salgo. Siento sus ojos clavados en la espalda.

Tampoco me quedaría para ver cómo sacrifican al cordero.

Ostensiblemente, cierro la puerta.

 


martes, 30 de septiembre de 2014

Revolución


Hay muchas formas de hacer revolución, muchas maneras, muchos medios para cambiar lo establecido, para cambiar lo que no nos gusta.

Hoy un cartel llamó mi atención. “Tú, solo, eres débil. Sólo en compañía tenemos fuerza. ¡Combate!”

Es cierto, esa es una manera de hacer revolución, de cambiar las cosas, de destruir lo instaurado. A través de asociaciones, agrupándose. “La unión hace la fuerza” -nos dicen.

Verdad es que un individuo no puede levantar una gran piedra. Si varios, tiran de una soga a la vez, la elevan. Unos muchos apagan incendios que un hombre por sí mismo no podría. Unidos somos fuertes, en algunas ocasiones y dependiendo para qué.

Aun así, yo percibo que la fuerza está dentro de nosotros, Un solo ser no es endeble. Imagino impartiendo ese dogma a los niños en las escuelas: -Tú, pobre ser indefenso, si estás solo eres débil.

¡Quiá! me revelo contra esa doctrina de la anulación del individuo.

Todo lo que nace empieza por y desde la individualidad. Nacemos y morimos solos. A los grandes problemas y disyuntivas de nuestra vida nos enfrentamos solos. ¿Quién va a batallar por nosotros si nos dicen que soledad es igual a debilidad?

Pienso, sé, que el mundo cambia con los pequeños gestos, los cotidianos, los cercanos. Si cada uno de los más de siete mil millones de seres humanos que poblamos este planeta, hiciéramos en nuestro entorno todo aquello que pretendemos que haga la sociedad por nosotros, el mundo sería mucho mejor.

Todo sería distinto si en lugar de predicar, hiciéramos lo que decimos que hagan otros por nosotros. Escuchar al que sufre. Tender la mano al indefenso. Defender al oprimido. Repartir alegría. Regalar sonrisas. Aunar esfuerzos con el más cercano. Cuidar la intención haciendo amable nuestro pequeño mundo. Siendo solidarios, empáticos, altruistas, generosos, esforzados, amables, compartidores.

Tan solo con esos pequeños gestos, aplicándolos todos y cada uno de nosotros en el trocito del mundo donde nos toca vivir, con nuestras circunstancias, sean cuales fueran en nuestro entorno, el mundo sería infinitamente mejor.

La fuerza parte de dentro hacia fuera, nunca al revés. Para dar, tenemos que poseer. Si nos enseñan que la soledad es debilidad, pobres de los millones de seres que se enfrentan a diario en soledad a este mundo. Aunque no seamos conscientes, estamos solos. Eso no quieres decir que lo seamos o que tengamos sentimiento de soledad.

Es absolutamente distinto sentirse solo a estar solo.

Solos estamos. Es real como la vida y la muerte. Sin embargo, nos sentimos solos cuando nos falta la seguridad en nosotros mismos. Cuando falla el resorte que nos hace comprender que formamos parte de un todo. Cada situación que superamos nos hace más fuertes, no de cara a los demás, sino en nuestro interior.

Basta ya de pretender que vengan los demás a sacarnos las castañas del fuego. Tenemos manos y utensilios, cerebro y corazón. Vamos con nuestro empuje y esfuerzo a sacarlas por nosotros mismos, y de paso, vamos a repartir una ración generosa a los demás.



jueves, 28 de agosto de 2014

Líbero


Se acostumbro a dirigir su vida como a un barco, capitán y grumete, vela y remo, bitácora y resina. Orientó la brújula hacia el Norte, puso rumbo hacia su isla y danzo al compás del agua cantando su sinfonía. Dueño de todo y de nada arriba a cualquier orilla, inflama en hogueras la noche y cubre con velos el día.

Come cuando tiene hambre, duerme cuando lo preciso, se detiene cuando está cansado y si tiene fuerzas no se para a contar las millas. Despojado de relojes marca su propio tiempo que ensortija a su medida, decide cuando entra y cuando sale, si vela o duerme, si muere o germina.

La libertad, compañera de sus noches y sus días llegó sin mandarle aviso, arrancó los arbustos del miedo, desbrozó cobardías, arrincono obstáculos él desprevenido de avisos le hizo un hueco a su lado, marcó el terreno y echo raíces de valor y orgullo, de calma y osadía.

Desde entonces comparten estancias, pensamientos, amaneceres, desidias.

Anclados en la ensenada, contemplan desde el castillo de proa el transcurrir de la vida, dejando que el viento meza en soledad, la libertad compartida.

 


domingo, 10 de agosto de 2014

Derrotismo o supervivencia




Me pregunto en un interrogante ciego sin respuesta, el porqué de la distancia abisal entre generaciones. Hace tiempo, unos cuantos años, leí una proclama de Sócrates.

Ahondando en el tema, supe que no era la única:

1) “Nuestra juventud gusta del lujo y es mal educada, no hace caso a las autoridades y no tiene el menor respeto por los de mayor edad. Nuestros hijos hoy son unos verdaderos tiranos. Ellos no se ponen de pie cuando una persona anciana entra. Responden a sus padres y son simplemente malos”.

La primera la dijo Sócrates (470- 399 a.C.)

2) “Ya no tengo ninguna esperanza en el futuro de nuestro país si la juventud de hoy toma mañana el poder, porque esa juventud es insoportable, desenfrenada, simplemente horrible”.

La segunda es de Hesíodo ( 720 a .C.)

3) “Nuestro mundo llegó a su punto crítico. Los hijos ya no escuchan a sus padres. El fin del mundo no puede estar muy lejos”

La tercera la dijo un sacerdote del año (2.000 a.C.)

4) ”Esta juventud esta malograda hasta el fondo del corazón. Los jóvenes son   malhechores y ociosos. Ellos jamás serán como la juventud de antes. La juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra cultura”

La última estaba escrita en un vaso de arcilla descubierto en las ruinas de Babilonia (Actual Bagdad) y con más de 4.000 años de existencia.

Esto me lleva a la reflexión, de que a pesar de todos nuestros esfuerzos por creernos únicos e irrepetibles, somos granos de arena en el desierto, tan comunes unos a otros, tan previsibles en nuestros actos que es fácil sustituirnos.

Durante milenios, los jóvenes, orgullosos, desafían los convencionalismos de la época en una clara confrontación con sus mayores y con el mundo que les ha tocado vivir. Durante esos mismos milenios, los mayores los desprecian, descalifican y tachan de inútiles, sin percatarse de que la historia se repite desde que el hombre es hombre.

Se suceden generaciones que reiteran esquemas, ignorantes de la similitud con las anteriores. El mundo avanza, para mi es incuestionable y avanza para bien.

Hora es ya de darnos cuenta de que formamos parte de un todo al cual contribuimos con la simple existencia. Puede parecernos poco.

El ser humano necesita sentir que aporta logros extraordinarios, necesita tener sentido de individualidad, de trascendencia. Es incapaz de asumir que somos eslabones de una cadena, que la Vida tiene sus propias leyes y sus propias fuerzas, de las cuales, estamos excluidos en la forma y manera que nosotros pretendemos. Somos útiles, ¡claro! ¡evidente! Tan útiles como cualquier elemento que forme parte de este Planeta, tan importantes como cualquier organismo que contribuya a la supervivencia.

Ése es nuestro cometido, Queramos o no formamos parte de la cadena evolutiva. El triunfo no es de los jóvenes o de los viejos, de una u otra generación, la que triunfa de pleno es la Vida, que echa mano de todos los elementos a su alcance para perpetuarse allá dónde y cómo pueda.

Dejemos pues las luchas generacionales, fratricidas, absurdas, sordas. Nuestra existencia tiene el único y extraordinario valor, de acrecentar en nuestra nimiedad el ingente caudal de seres vivos que pueblan La Tierra y contribuir al desarrollo y pervivencia de la Vida.

 Nada más y nada menos.


 

miércoles, 23 de julio de 2014

Némesis




Sólo a los más próximos hay que decir las buenas noticias, a los más cercanos, quizás un puñadito de a tres. Sólo a ellos hay que transmitir lo bueno que nos pasa, los logros conseguidos, las metas alcanzadas. La envidia es un cuchillo de doble filo que siega sueños y espanta esperanzas, hiede y enfanga, contamina, destruye y mata.

Sólo al oído del viento hay que susurrar con boca anónima las buenas noticias, para que las lleve en su lomo de niebla y sal, tan lejos, que a nadie inquiete o agite. Que no provoque, contra nosotros, la furia desatada de los cielos.

Sólo en la coraza del pecho hay que guardar los buenos momentos, la sonrisa limpia envuelta en celofán, para que no perturbe el agua dormida.

Sólo así podremos salir indemnes del ataque de los celos que anula verdades y quebranta sueños.

Sólo la discreción puede salvarnos de la feroz embestida, tras haber conseguido a ojos ajenos, fugaces Prometeos, el fuego de los dioses.

 

miércoles, 9 de julio de 2014

Candombé



 
Llevo un músico encerrado en el alma. Un músico enterrado en las entrañas, oculto en cada pliegue de la piel, envuelto en la cadencia que asalta mi cuerpo como un sortilegio. Veneno que irradia su poderoso influjo y vive conmigo.

Lenguaje ardiente y sincopado que altera mi alma trastocando en gozo los momentos dormidos. Exaltación permanente en la inmensidad que diluye la angustia en deseos mordientes y cópulas alborotadas de luz.

Me cerca la armonía salvaje, dulce arrebato que embriaga y exalta la añoranza del ser dormido anestesiado por la realidad que vibra en el cántaro de los miedos. Lastrado por la incapacidad del mundo. Duende que reposa en el subsuelo del olvido atento a la campana que le arrebate del sueño.

Músico encerrado en mí, oculto en los pliegues de la piel, te debo un despertar de caderas armónicas y dedos lanzados al galope por los pentagramas de la realidad, hechos tú y yo música en plenitud, ritmo y son. 



miércoles, 18 de junio de 2014

Pilares de arena



No es bueno ser el único soporte o la pieza indispensable que apuntala la estabilidad, sentir como un lastre agónico la dependencia que martillea su constante desamparo, letanía cruel que desata y extiende inmisericorde en su propia debilidad la constante queja, la continua exigencia, catapultando desde el egoísmo la brutal demanda, el chantaje emocional.

La burda y efectiva trama extiende sus redes atrapando a pesar de su torpeza, sostén de la frágil presencia.

No se puede escapar cuando el único punto de apoyo reside en nuestros hombros, aun teniendo la certeza de que todos somos prescindibles, hay un lamento cerrado que aturde, controla y expande en su fragilidad su fuerza, anulando vidas y entornos, aplastando libertades ajenas.

Es un rompecabezas difícil de encajar, la fuerza reside en cada uno de nosotros, aun asi necesitamos del contacto y el cariño.

Somos individuos capaces e independientes, nadie nos puede dar lo que no tenemos.

Nos nutrimos de amor, alimento sustancial para un desarrollo emocional y vital armónico.

La utilización de un ser humano por otro ser humano lleva a la destrucción del individuo.

Somos un todo multiplicado en millones de millones de minúsculas células.

Nadie debería exigirnos más de lo que tenemos, en base a que somos lo único cercano, para poder desarrollar sus neuróticas patologías descargando sobre nuestra cabeza su frustración.

Cada uno de nosotros somos dueños de nuestro destino.

Acertamos o erramos por nuestras propias decisiones y cada cual, en comunión, nunca en imposición, forjamos nuestro camino.

  

domingo, 1 de junio de 2014

Transporte colectivo




Es éste un mundo hostil, extraño, donde cada cual extiende su coraza en un círculo protector, defensor de su intimidad que aparta proximidades.

La cercanía se impone cuando el espacio se acorta y achica las distancias, sorprende qué al despojarnos de los miedos, perdidos los escrúpulos y el olfato, desterrados de la mente el rechazo y la prevención, nos dejamos invadir por el olor del cuerpo nuevo, del aliento ajeno, del calor cercano y amable que palpa con dedos intangibles húmedos y extensos nuestro cuerpo.

No hay posibilidad de huida, el cerco humano nos abraza gigante de las sombras.

Perdida la identidad nos dejamos zarandear degustando el tiempo febril del delirio, mecidos en el baile asincrónico, paladeamos, abiertas las esporas ancestrales, el mundo carnal y espeso que corrompe los sentidos.



domingo, 4 de mayo de 2014

Bella Durmiente


Llega el día en que sin saber cómo ni cuándo aunque volvemos la cabeza alrededor y el cerebro gira loco buscando un punto de amarre, nada hay salvo nosotros mismos, nadie queda en nuestro entorno al cual acudir en demanda de ayuda.

Es imposible desempolvar el tiempo gozoso de la lágrima consolada, del pecho acogedor, del abrazo cierto.

Todo se ha deshecho en un fogonazo cegador, agostando los días y las noches de seguridad confiada, de absoluto desconocimiento, de absoluta certidumbre.

¡Qué dulces los tiempos en que arrullada por tus cantos me mecías entre sueños, me colmabas de besos, me llevabas en tus brazos!

Nada más seguro que tu calma, tu firmeza, tu permanencia. Foco de todas las alegrías, consuelo de todas las penas.

Lejos de ti la tempestad arrecia sin cueva donde cobijarme, sabiendo con absoluta certeza que ya nunca, nadie más, me cuidará igual que tú.

Nunca nadie antepondrá mi seguridad a la suya, mi felicidad a la propia o escuchará mis quejas con la sonrisa abierta.

Nadie, mamá, nadie me querrá como tú. ¡Qué desperdicio el tiempo malgastado teniéndote cerca! ¡Qué vida absurda que rompe presencias! ¡Maldita! ¡Maldita vida atroz que destierra sonrisas!

Desperté de un mal sueño con el tesoro incombustible de tu alma prendida en mí. Tus manos, caricia permanente en los días aciagos Tu existencia creando luz entre tinieblas. Tu permanente amor, y otra vez tu entrega, tu generosidad, tu fe en mí.

 ¿Dónde está?

¿Dónde se ha ido el tiempo de la seguridad y la fuerza?

Muero de angustia entre soles refulgentes. Me inunda la congoja ¡Por Dios! ¡Qué pena! No tengo a quién contárselo, nadie escucha mi queja. Rebotan las lágrimas sobre el teclado desnudo, el aire abrasa los pulmones, la oquedad sin fin de la cabeza deshace con hilos torpes la angustia, la aceptación, el dolor.

La verdad es ésta.

Todo lo demás son ensoñaciones torpes de niña pequeña que busca las faldas de su madre para refugiarse en ellas, que avienta el aire olfateando su olor tratando de sentirla cerca.

Tu calma es mi calma, tu seguridad mi fuerza, tu valentía mi adalid, tu coraje mi bandera. Abro mi pecho a tu espíritu y dejo que me posea, y tú, presta, acudes, entras hasta lo más hondo y acunas mi esencia.

Aquí estás, en mi mente, en mis manos, en mi cuello, en mi lengua, en mis labios, en mi paciencia, en mi valentía, en mi dulzura, en mi resignación, en mi fortaleza... Aquí estás mamá. Conmigo.

Por conocerte ha merecido la pena vivir.

¡Sí mamá, por ser tu hija, vivir, ha merecido la pena!

 

 

jueves, 24 de abril de 2014

El reto diario

                                   
          

Cuando el reto diario es hacerse la comida y obligarse a comer, aprender a cuidar de uno mismo, levantarse de la cama, vestirse, adecentar un poco el rostro y tomar impulso para sacudir la inercia que nos lleva a desplomarnos en el sofá enganchados al no estar, al no pertenecer, al no sentir, al no sufrir, queriendo escapar de la inhabitabilidad de la vida y fundirse en un opalescente y último abrazo, deslizarse en el pozo de la indiferencia que se abate certero sobre el cuerpo abandonado a su destino.

Cuando el reto diario es ser capaz de gestionar las pequeñas tareas cotidianas sin horizonte ni espera salvo mantener la intendencia necesaria imprescindible para no sucumbir. Ser capaz de abrir la puerta y salir a la calle aferrándose al vacío, dejando deslizar la sombra y enfrentarse al día con una sonrisa pintada en el rostro y sacudir el letargo opresor que lucha por ocuparnos, conseguir enlazar los pasos uno tras otro en la continuidad del camino.

Cuando el reto diario es, simplemente, permanecer.



viernes, 21 de marzo de 2014

Vuelo 1673

                                                   


Debo ser una de las pocas personas a las que le gustan los aeropuertos. Los largos viajes. Los tiempos de espera son balsas en el tiempo. Lagunas de espacio entre prisa y prisa. Estancias laxas despojadas de relojes y carreras. Viaje en introspección hacia nuestro propio laberinto interior. Bálsamo entre bolsillos que deslía la cáscara de minutos sin propósito. La tierra de NeverLand descorre sus cerrojos y muestra la quietud de sus estancias, se desaceleran los pasos en la aceptación de la inevitable parada entre mundos. Las ciudades, tareas, trabajos son espejismos borrosos, en el aeropuerto nada queda por hacer sino contemplar en derredor la vida en calma, fuente de paz envolvente y lúdica, sala de espera sin diagnóstico donde cada quién recupera en esta sociedad de prisas alocadas el “dolce far niente” tan vedado en los días normales de agobios y plazos.

Aquí se dilatan las horas vestidas de domingo, los movimientos se suavizan ralentizados al compás de la espera, se desata la lengua y en encuentros casuales desbarata la encorsetada rigidez defensora a ultranza de la intimidad, abre las compuertas en torrente la palabra y conexiona sin pudor en confesión anónima con el viajero casual que se sienta a nuestro lado. Las defensas se desarman y el alma se abre.

Creo que debo ser de las pocas personas que le gustan los aeropuertos, los largos tiempos de espera, el vuelo a 12.000 metros sobre el mar, arropada por el aire, columpiada en el éter en comunión interior surcando como un pájaro los cielos, la quietud indolente donde el presente se agiganta hasta ser todo y hecho vida me acerca a la realidad del momento, consciente de la voluptuosidad serena, la pasión retenida y el confortable desparpajo que cada uno desarrolla en su propia isla, ajenos al entorno, en el entretanto hecho vida.

 

viernes, 28 de febrero de 2014

Animalizarse




Es bueno animalizarse de vez en cuando, buscar la inconsciencia, vivir de espaldas a la avalancha de información que inunda nuestro cerebro, retrotraernos al tiempo en el que se ignoraba el por qué, el cómo, el cuándo. Pertenecer al presente inmediato siendo actores de nuestra vida en el teatro del momento, ajenos a los entresijos del libreto.

Es bueno animalizarse de vez en cuando y olvidarnos de las pantallas que vuelcan su información en catarata dejándonos el cuerpo aterido, al descubierto. Un acumulo de datos sobre nuestra anatomía, el desarrollo de la posible enfermedad, el vaivén de las hormonas, los pasos contados que hay que dar hasta alcanzar un estadio de madurez.

Minuto a minuto podemos a través de San Internet, santo que reúne más acólitos que toda la Corte Celestial junta, saber qué sucede en nuestro cuerpo, en nuestra alma, en nuestro cerebro.  Se nos explica paso a paso el desarrollo de enfermedades, acontecimientos, historias, entresijos, dimes y diretes de cualquier situación que podamos vivir en lo personal o en lo colectivo, da igual lo intrincado del bosque anatómico o la lejanía kilométrica del asunto, allí está plasmado en palabras cifras y datos al alcance de cualquiera.

Conocer, descubrir desde nuestra propia óptica y nuestra propia experiencia, explorar nuestro camino sin orates dictadores del pensamiento que influyan nuestros actos, desprovistos de camisas de fuerza que anulen nuestro criterio.

No se trata de cerrar los ojos y caminar a tientas, sino cubrir nuestra mirada de la luz cegadora que nos impide atisbar el camino. Demasiada información a veces emborracha y priva de la magia de vivir el momento sin saber qué portentoso milagro se obra en el cuerpo, qué infantil candidez impulsa los primeros pasos, qué estímulo ancestral nos lleva al deleite, qué misterio se oculta en el proceder humano.

A veces sería bueno animalizarnos y vivir sólo el momento, semejantes al corzo que mira el infinito, ajeno al posible depredador que aceche su carrera.

 

martes, 4 de febrero de 2014

El error


El traspiés, quizás el mayor dislate de donde parte el epicentro del terremoto que abre la grieta de la separación es, sentirse invadido, asaltado, forzado.

Gran error es ocupar una casa ajena o dejarse ocupar percibiendo el imperceptible cambio que va transformando el entorno protector. Se desdibujan los perfiles de las estanterías que contienen los libros. Saltan rostros ajenos a los marcos de las fotografías. Las prendas desubicadas buscan dónde cobijarse en aras del orden personal que cada quien impone a sus cosas.

La casa única se construye juntos. Desde el primer esbozo en el papel. Desde la percepción errática en pos de sueños comunes. Haciendo la lista desde los más pequeños enseres necesarios para la nueva aventura que comienzan.

Nadie se siente asaltado. Ninguno invade la estructura vital que late en cada ladrillo. Aquí fabrican los sueños, su futuro, su hogar. Los dos se aprestan a aportar lo mejor que poseen. Es el comienzo desde la nada al todo de sus sueños.

¿Qué pasa en cambio cuando el bagaje es otro? ¿Cuando existe el sentido de la pertenencia marcado por la huella del esfuerzo en cada estancia? ¿En cada mueble? ¿En cada habitación? ¿Qué pasa cuando el miedo acuchilla sombras y se cubre con el escudo de lo mío y lo tuyo?

Es una auténtica invasión la que se ejerce sin pretenderlo. Invadimos o nos invaden. Cambiamos rutinas. Añoramos silencios. Buscamos tiempo en soledad que nos devuelva a la placidez del hueco que nos cobija.

¿Qué hacer entonces? Difícil coyuntura se presenta a todos aquellos que han desgajado sus sueños y pretenden construirlos de nuevo. Es necesario renunciar a todo. Olvidarse del acopio que hemos hecho para tiempos futuros. Cerrar puertas y empezar de cero en un destino distinto.

¿Una casa vacía para llenar juntos con sueños y realidades? Parece fácil. ¿En realidad es posible renunciar a todo y empezar de cero? Fermín lo duda.

Tendría que volver el viento loco que alborota su alma y abre compuertas, cuando las veletas giran desbocadas a mil por hora y la sangre sube hasta la cabeza pintando el gesto de desafío en la boca resuelta. Sólo entonces saltaría de nuevo al vacío asido a la maleta de transportar los sueños.

 

 


domingo, 19 de enero de 2014

Si supieras...



Si supieras que cada mañana planea tu sombra quebradiza sobre el alfeizar de mi ventana hecha viento. El humo de tu sonrisa escala las paredes del sentimiento y me abro a ti como una flor cuajada de rocío en el otoño vencido. Hueles a tierra y mar embravecido.

Llegas desde el abismo del tiempo que abjuró de sus miserias para hacerte luz y cadencia. Me envuelves en vida hecho abrazo y tiempo detenido en la deshora de los sueños. Sólo tú ahuyentas el silencio que amenaza a veces con esconderse entre las paredes y jugar al escondite del olvido. Añoro verter mi voz en tu sonrisa y volar por las nubes, desprendidas las manos de oquedades, arrastrada hasta el delirio.

Si supieras que las noches enlazan con el día en un alarde de luz y esperanza, que pájaros al vuelo rompen las claridades del alba y se fraguan dichas, caracolas de leche y miel. 

Si supieras cómo me gustas cuando tu boca se enreda en mi pelo y avientas con tu voz intrépidas mariposas de sombra enredadas en los surcos de mi frente. 

Que me siento entera escondida entre tus brazos de flor y canela. Que rindo silente tributo al horizonte, planeta brumoso que olvida el mañana. Que pierdo y gano en el embate de tu cuerpo, brioso corcel que cabalga mis llanuras.

Que tu arrojo revuelve mi sangre cuando despliegas las velas. Cuando invades la cresta de la ola alborotando con tu grito desgarrado la quietud del silencio y te derramas en vértigo contagioso mitad risa, mitad llanto.

Si supieras que cada mañana se descorren las cortinas del cielo y mi paso se hace seguro sobre la tierra grávida que amortigua tu huella, voluta frágil a merced del tiempo.

 

martes, 31 de diciembre de 2013

La ilusión está por encima de las estrellas



El sol y el agua jugaban en tu piel, el silencio se ocultó en tu pelo y el agua apenas sin rozar tu vestido se quebraba a tus pies en mil figuras, una cascada rosa y gris bajaba desde el cielo a tus ojos hechos de recuerdos y esperanzas. Una lluvia sin agua murmuraba tu nombre entre risas lejanas. Apenas rozabas la tierra parda.

La cruz negra de un barco se recortó en el horizonte por un momento. Tus pensamientos se marcharon al galope persiguiendo el silencio que huía de tu frente. Tus ojos no miraban sino lentas figuras cubiertas de algas. La risa se escapó de tu garganta como de una cárcel y libre por fin giraba loca, dulce, hiriente a veces, desaparecía a retazos para volver a surgir en tus propios oídos con más fuerza. Apenas rozabas la tierra parda. 

Y tus ojos se empañaron de un vaho dulce, y tu frente se alzó limpia hacia tu casa, tus manos nerviosas acariciaron el sol, y apenas, sí, apenas rozabas la tierra parda.